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domingo, 17 de marzo de 2013

TIRADITO DE CORVINA


Mar Mediterraneo de la antigüedad. Carta Nautica Portulana. Biblioteca Nacional de España.Exposición Virtual.


A punto de llegar la Semana Santa, momento de recogimiento para los creyentes, de fiesta para los infieles y de deleite gastronómico para el resto de los mortales que, como yo, no se incluyen en la clasificación anterior. Bacalao, torrijas, potajes...

Tambien se celebra el Equinoccio de Primavera, momento del año en que el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, donde alcanza el cénit. Los Equinoccios son el instante en que suceden cambios estacionales, opuestos para el hemisferio norte y el hemisferio sur. Son un momento particular en el calendario, un instante de tiempo que ocurre a una hora determinada.
Se pasa del invierno a la primavera, de la oscuridad a la luz, de los días grises a los cielos azules, los arboles con las yemas a punto de estallar y los campos llenos de colorines, como si de un lienzo de un pintor impresionista se tratara.
Se pasa de los platillos contundentes del invierno, que nos ayudan a soportar los frios y las nieves, a elaboraciones más fresquitas, ligeras, pero no por ello menos ricas.
La nueva estación me hace pensar, o más bien soñar, en un viaje por el Mediterráneo, rodeada de su luz y su azul, en un barco pesquero, pequeño, quizás cerca de alguna isla griega, o poniendo rumbo al puerto de Mahon, tras un día emocionante de pesca. Sueño pescar una corvina, y la pesco. Llegada a puerto me propongo cocinar ese pescado fresco, sabroso, de carne tersa y jugosa.Aunque hay muchas preparaciones elijo un tiradito, sencillo. La corvina no necesita de muchas florituras para estar rica.
Tu estás a mi lado, mirando como desescamo y fileteo mi trofeo, sonries, y me haces sonreir a mi. Te ries porque tengo mi cara llena de escamas. Dices que me estoy convirtiendo en pez. Vuelvo a sonreir. 
"¡Anda! exprime una lima y cuela el zumo, no necesito mucha si no quiero quemar el pescado". 
Corto en juliana una cebolla tierna y deshojo y pico unas hojas de cilantro fresco, finamente.
En un cuenquito mezclo la cebolla tierna con el zumo de lima y voy añadiendo a hilo fino un rico aceite de oliva de mi tierra, de Xálima, de Gata-Hurdes. Es la aceituna cacereña la responsable de este oro líquido con el que emulsiono la marinada. Da al platillo un delicioso aroma afrutado, con toques de hierba recién cortada y tomate verde...
Estás con hambre, y yo también , así que pongo el pescado al punto de sal y reparto por encima, con mucho cuidado, la cebolla y salseo con el aliño, repartiendo el cilantro fresco picado por encima. Nos sentamos en la terraza que da al mar, con un vino fresco, ese Nadir blanco que mi amiga me regaló la ultima vez que estuve en Extremadura. Cierro los ojos, mientras saboreo el primer bocado de corvina. No se puede pedir más, tu, yo y este tiradito de corvina mientras miramos el gran azul. 

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